martes, 9 de julio de 2013

EN LA SUBOSCURIDAD...

...Lord Aster, Guardián de la marca del Sur y alto general de Cormyr, es en realidad un servidor oscuro de la Red Negra, la secta de adoración de la malvada Reina Cuervo. Pretende destruir Waterdeep para encontrar al elegido de Mystra, la reencarnación de Elric Loboblanco. Por desgracia, el paradero del muchacho es una incognita, y sólo el laboratorio arcano de Elric, escondido en lo mas profundo de la suboscuridad, puede revelarlo. 

Por ello, el archinigromante Feldor Grimstone, junto a su perro de presa protector, el otrora guardián Dolser, se adentran en la ciudad Drow a sangre y fuego para tratar de encontrar a Elric y destruir la última esencia de Mystra.

Pero Harald Ojopurpura, el taimado halfling, juega a dos bandas y advierte de los planes de Aster a los heroes que ya frustraron sus planes una vez, cinco años atrás. Contactando con Aaron Greyjoy, les pone sobre la pista de Grimstone, y comienza una carrera contrarreloj que decidirá el destino de la magia, y del mundo.

Superados en número, agotados y sin apenas alimento, los héroes se ven forzados a internarse en la suboscuridad. Días de marcha, alimentándose de restos de hongos y carroña monstruosa. Días de marcha en la oscuridad, sufriendo el hambre y el dolor sin saber si el camino es correcto. Días de desesperación hasta que un goblin harapiento les convence de seguir un camino perdido tiempo atrás. Un camino peligroso que discurre bajo la mismísima ciudad drow, en sus catacumbas. 

Pero pocas cosas hay más peligrosas que las catacumbas de una ciudad drow, y los héroes lo descubren con dolor cuando el camino queda truncado por una pared vertical de más de cuarenta metros de altura. El suelo, repleto de cadáveres bordeando un enorme foso maloliente que brilla con una malsana luz verde mortecino. Y cuando los héroes deciden comenzar su escalada, del foso comienzan a surgir pequeñas arañas. Cientos, miles de diminutos engendros de pálidos ojos que se abalanzan sobre ellos, devorándoles a pequeños mordiscos. 

La escalada es la única opción, pero la pared es traicionera, y cualquier error es fatal. Naiada se vale de sus artes arcanas para sortear el peligro levitando. Fangstorm tira de pura fuerza bruta y sortea los últimos metros a base de saltos imposibles. Alain y Rhaegar son escaladores avezados. Pero Aaron... Aaron decide que nadie va a morir si él puede evitarlo, y carga al goblin pataleante con él. Comienza la ascensión, y sube diez metros, quince metros. Las arañas se ceban en su carne.Veinte metros. La vista se nubla por el veneno. Llega a los treinta y cinco. Ve el brazo estirado de Alain frente a él. Un esfuerzo mas y será libre. Pero entonces, su pie no soporta la tensión. Su corazón, desbocado por la adrenalina y el veneno, cede durante un segundo.

 Y cae. 

Y el mundo se detiene un instante mientras el capitán, el héroe, se precipita al vacío. Sus ojos se clavan en los de sus compañeros, pero no consigue oír el grito desgarrador que le dedican antes de impactar en el suelo, con el cuerpo roto. El dolor sólo dura un instante. El instante que necesitan miles de arañas para terminar con su agonía.