"El Tercer Día, los hijos del Dragón conocerán a Lloth"
Elric Loboblanco, 1462 EH
La guerra asolaba los reinos de los hombres. Tres largos años habían pasado desde que los Valles de Ferelden, antaño divididos en eternas disputas, se aliaran contra el poderoso Imperio de Cormyr. Algunos sostienen que fue el intento de asesinato del conde de Skyrim en las tierras fronterizas. Otros sostienen que el ansia expansionista de Cormyr hizo inevitable el enfrentamiento.
Sin embargo, lo que parecía una fácil campaña para los cormytas, se convirtió pronto en una guerra de invasión en territorio propio. Los Fereldens, bajo una enseña unida, contaban con el apoyo naval y comercial de las ciudades estado de Estalia. Cormyr, por otra parte, estaba aislado entre la guerra con el sur, y las montañas del Espinazo del Dragón al este. Del norte no llegaban sino rumores de muerte y graznidos de cuervo.
Aislados, los Dragones Purpura de Cormyr comenzaron a perder terreno. Una tras otra, las ciudades del sur fueron cayendo bajo el empuje de Ferelden. Con el ejercito invasor en la capital, el rey Azoun VI, el último Obarskyr, quiso hacer honor a su linaje. Apenas un muchacho, enfundó su espada, atisbó los ingentes ejercitos que asediaban la ciudad, y se dispuso a morir defendiendo a su pueblo.
Pero en ese instante apareció Lord Aster. Señor de la marca del Sur, Esperanza de Cormyr. Dado por muerto meses atrás, Lord Aster nunca se rindió. Cabalgó sin tregua desde el sur, reuniendo a todo aquel capaz de empuñar una espada. Atravesó las filas enemigas como poseído por el espíritu del mismísimo Tyr, infundiendo valor en los corazones de todo Cormyr.
Aquel día la guerra cambió su sino. Aquel día los dragones purpura recordaron su valor, e hicieron retroceder al enemigo.
Extracto de La batalla de Suzail, 1465 EH
"Aaron rebusca con desesperación entre los manuscritos que guarda en su petate. Las cervezas de la noche anterior han dejado un repiqueteo constante que parece querer perforar sus sienes, y por enésima vez se lamenta de no tener medida en lo que a asuntos de alcohol se refiere. Se acuerda sin querer del enano gruñón que hace unos meses dejaron en su reino de rocas. Le sigue pareciendo un sueño todo aquello; dragones, gigantes, mazmorras... No serían más que cuentos de hadas si no fuera por la sangre, propia y ajena, que también recuerda, derramada en suelos de piedra. Demasiado roja y demasiado espesa para formar parte de una historia infantil.
ResponderEliminarMaldice entre dientes mientras se da cuenta de lo absurdo de la escena. Un soldado como él, cansado de viajar y con el cuerpo marcado por las cicatrices del camino, rebuscando ahora entre un montón de papeles sucios y emborronados, como si de un escriba desdentado se tratara... Y sin embargo, admite a regañadientes, necesita encontrar ese documento si pretende seguir adelante como la misión que ha decidido asumir como propia. Se detiene un instante antes de seguir con el registro de sus pertenencias... ¿Pero dónde diablos escondió anoche su maldita hoja de personaje?"
Vas bé, cirerer
EliminarAcertijos en la oscuridad... vamos que nos vamos!!! Cuánto mide el puente? Cuántas cuerdas tenemos? Cuántas tiene Aaron y cuántas el resto? Cuánto mide cada cuerda?...
ResponderEliminarYa tengo ganas de saltar!!!
jajajja! Ese mono, que jodido es.
ResponderEliminarYo también tengo ganas de que saltéis. Pero peor que el salto será el viaje. Bajomontaña es básicamente un dungeon que se extiende por la suboscuridad, lo que vendría a ser un territorio del tamaño de un reino... mas o menos.
Y vais sin apenas comida, ni agua... Con dos cojones, eso si.
Fucking Epic!!