martes, 22 de enero de 2013

SEÑOR BAJO LA MONTAÑA




Karandur, del Clan Durgan. 

Señor bajo la montaña. 

Martillo de enemigos.

 Elegido de Moradín. 

Guardián del libro de Agravios.

TIEMPO DE ESPERANZA



                                        "El Tercer Día, los hijos del Dragón conocerán a Lloth"


                                                                                    Elric Loboblanco, 1462 EH





La guerra asolaba los reinos de los hombres. Tres largos años habían pasado desde que los Valles de Ferelden, antaño divididos en eternas disputas, se aliaran contra el poderoso Imperio de Cormyr. Algunos sostienen que fue el intento de asesinato del conde de Skyrim en las tierras fronterizas. Otros sostienen que el ansia expansionista de Cormyr hizo inevitable el enfrentamiento.


Sin embargo, lo que parecía una fácil campaña para los cormytas, se convirtió pronto en una guerra de invasión en territorio propio. Los Fereldens, bajo una enseña unida, contaban con el apoyo naval y comercial de las ciudades estado de Estalia. Cormyr, por otra parte, estaba aislado entre la guerra con el sur, y las montañas del Espinazo del Dragón al este. Del norte no llegaban sino rumores de muerte y graznidos de cuervo.

Aislados, los Dragones Purpura de Cormyr comenzaron a perder terreno. Una tras otra, las ciudades del sur fueron cayendo bajo el empuje de Ferelden. Con el ejercito invasor en la capital, el rey Azoun VI, el último Obarskyr, quiso hacer honor a su linaje. Apenas un muchacho, enfundó su espada, atisbó los ingentes ejercitos que asediaban la ciudad, y se dispuso a morir defendiendo a su pueblo.

Pero en ese instante apareció Lord Aster. Señor de la marca del Sur, Esperanza de Cormyr. Dado por muerto meses atrás, Lord Aster nunca se rindió. Cabalgó sin tregua desde el sur, reuniendo a todo aquel capaz de empuñar una espada. Atravesó las filas enemigas como poseído por el espíritu del mismísimo Tyr, infundiendo valor en los corazones de todo Cormyr.
Aquel día la guerra cambió su sino. Aquel día los dragones purpura recordaron su valor, e hicieron retroceder al enemigo.

                                                                 Extracto de La batalla de Suzail,  1465 EH